
Hay un viejo refrán que dice “Como te ven, te tratan”, el cual yo adaptaría de la siguiente manera: “Como te sientes te ves, y como te ven te tratan”. Conclusión: Eres tratado según como te trates a ti mismo.
Y es que sí, la moda puede ser calificada como algo sumamente efímero y superficial, pero lo que es una realidad es que es una herramienta indispensable de comunicación. Es una manera de proyectar el concepto que tenemos de nosotros mismos y dárselo a conocer al mundo.
Todos hemos desatinado alguna —o muchas– veces en cuestión de moda. Tenemos días muy buenos, y otros en los que realmente no queremos ni salir a la calle, y más que ser algo que tenga que ver con la cantidad de dinero o el tiempo que dedicamos a nuestro arreglo personal, es una cuestión interna que se refleja en nuestro exterior.
Ahora, en mi nueva faceta de editora de moda —que trabaja desde casa—, trato de sentirme congruente conmigo misma, con lo que hago y con lo que quiero a futuro, despertándome todos los días, bañándome, arreglándome e intentando lucir como si mi oficina estuviera en el mismísimo edificio de Condé Nast en el Midtown de Manhattan, y no en la sala de mi casa en donde nadie más que Cristina, Manuel, mi marido, y Carolina, la nanny, me ven. ¿Para quién me visto? Obviamente, para mí.
Claro que me doy ciertos permisos, ya que como mamá, entre una y otra nota, muchas veces me toca cambiar un pañal o ir corriendo al supermercado a comprar leche, o cuando termino mis labores, cierro inmediatamente mi laptop y nos vamos Cristina y yo apuradísimas a algún playdate con amigas o al gimnasio, así es que mi look está pensando también en ese factor de funcionalidad.
Entre mi nuevo rol en la industria de los medios y la moda, y el factor de que soy una apasionada de la comunicación mediante las redes sociales y el ciberespacio, me topé con dos apps para el teléfono móvil dirigidas a conectar a las fashionistas alrededor del mundo, y de crear una nueva forma de fashion marketing mediante el móvil e Internet.
Uno de esos apps se llama Polyvore, el cual me parece súper divertido y hago con muchísima desinhibición y desenfado, ya que se trata de arreglar conjuntos de ropa y ponerlos en un lienzo en blanco. La aplicación hace que tu creación sea interactiva y que los interesados puedan ir inmediatamente al artículo que seleccionaste y enterarte quién lo fabrica y cuál es su precio.
El otro es Pose, y tengo que aceptar que inicié experimentando, si bien no en el anonimato, sí con miedo y bastante escondida por la vergüenza de presentarme a mí misma posando mi propia ropa, que yo compro y que visto para mi vida diaria.
En estas semanas en las que he ido construyendo mi sitio en Pose, me he ido cuestionando el porqué de esa inhibición, y sí, tengo que aceptar, y hoy lo hago públicamente, que se debe a un problema de autoimagen con el que he luchado desde mi adolescencia. Crecí en una sociedad en la que a las mujeres se les exige estar delgadas, tener figuras afemeninas, sin mucho busto y caderas, mientras mi naturaleza apunta totalmente al extremo contrario.
Los últimos 25 años han sido todo un proceso de autoconocimiento y autoaceptación de quién soy yo, de valorar mis puntos fuertes y aceptar los débiles, quererlos y no tratar de cambiarlos, sino entenderlos y abrazarlos dentro de un todo que me hace ser la persona que soy, siempre dispuesta a crecer y mejorar.
Así es que a partir de hoy, les comparto mi visión de la moda, desde el punto de vista de alguien que acepta que la perfección no existe; de una mujer de 41 años, que se estrenó como madre a una edad ya tardía, y que busca proyectar lo mejor de sí misma con sus 61 kilos acomodados en un cuerpo que mide 1.56 centímetros.
No verán muy a menudo mi imagen de cuerpo entero, ya que por lo general soy yo misma quien me las arreglo para autoretratarme con mi iPhone. Las fotografías que subo a Pose son pasadas después por un app para hacer collages y después por otro con filtros fotográfico que, yo supongo, le dan un look and feel más estético.
Mi intención, más que nada, es compartir tendencias y combinaciones que uso a diario y que se adaptan a mi estilo de vida de editora de moda-mamá de una pequeña de 2 a los 41 años.
Sí, porque todas tenemos derecho a querer proyectar lo mejor de nosotras.



