El paisaje combina la naturaleza originaria del lugar con los grandes edificios de la ciudad. Al fondo se puede ver el corporativo de DVF.
Uno de mis lugares favoritos en Nueva York y que ocupa un lugar muy especial en mi corazón es la High Line, que recorre el Meatpacking District y el barrio de Chelsea.
La primera vez que supe de ella fue en el 2005 que llegué a Nueva York y que vi una maqueta con este proyecto en el MoMa que anunciaba que la primera etapa abriría en el 2009. En ese momento pensé que no me tocaría verla con mis propios ojos pues muy probablemente estaría sólo un año en la ciudad estudiando mi maestría en la Universidad de Columbia.
Sin embargo, Nueva York es una ciudad a la que llegas y nunca sabes cuando te vas a ir, y cuando la High Line abrió en junio 9 del 2009, yo fui de las primeras personas en visitarla durante la primera semana de su apertura. No sólo eso, también escribí un reportaje sobre ésta para el suplemento Entre Muros de Reforma, ya que en ese entonces colaboraba con ellos desde esta ciudad.
Después, en junio del 2011, cuando se abrió la segunda etapa que llega hasta la Calle 33, al final del barrio de Chelsea, yo trabajaba en VmeTV, que se ubicaba sobre la Calle 33, entre las Avenidas 9a y 10a, y la High Line estaba justo a la vuelta de la esquina, por lo que los que trabajábamos ahí disfrutamos de un verano en el que nos íbamos a almorzar sobre ella, a disfrutar del sol y de las deliciosas paletas heladas estilo mexicano de La Newyorkina.
A sus cinco años de edad, he visto cómo ha crecido y se ha transformado este lugar mágico que encierra muchísima de la historia del Manhattan industrial, y que gracias a un grupo de personas con mucha visión, que formaron el grupo de amigos de la High Line, logró conservarse convirtiéndose en un hermoso parque elevado por el cual se ven las vías del tren y vegetación que es nativa de esta zona.
Me sorprendió observar como la zona se ve cada vez más vibrante, y este espacio público está cada vez más lleno de turistas y locales, lleno de pequeños negocios para comer, con su vegetación más abundante, y hasta una tienda que vende sofisticados souvenirs de este paseo urbano, que van perfectamente de la mano con su personalidad cosmopolita que combina la arqueología urbana con la naturaleza.
Aquí les dejo unas imágenes de este paseo familiar. Si quieren saber más sobre este espacio público, los invito a que visiten su página web aquí.
Esta es la zona del Meatpacking District en la que inicia la High Line.
El nuevo edificio del Museo Whitney, diseñado por el arquitecto Renzo Piano, ya anuncia que abrirá sus puertas en unos meses.
Este mapa muestra el avance del proyecto.
Manuel disfruta del día sentado en una de las bancas del parque.
El diseño de las bancas invita a los niños a jugar y divertirse.
Para mí no hay nada como un día de verano sobre la High Line.
El parque esta lleno detalles que nos recuerdan la línea del tren que pasaba por ahí,
El paisaje combina la naturaleza originaria del lugar con los grandes edificios de la ciudad. Al fondo se puede ver el corporativo de DVF.
El verano en la High Line está lleno de hermosa flores.
Cristina se niega a posar para la cámara por lo que intento atacándola con cosquillas.
Hay una parte en la que los niños se pueden refrescar sobre un espejo de agua.
Cristina se divierte con el agua.
Cristina ve las pequeñas piedras que abundan sobre este paseo.
Sin planearlo mis uñas combinaban perfectamente con el tema.
Cristina no se cansó de subir y bajar.
Cristina se divierte con Papi.
Y llega el momento de hidratarnos.
Estas lindas camisetas están a la venta en la tienda de la High Line.
Estas camisetas fueron diseñadas por la marca J.Crew para la High Line.
Las camisetas de souvenir resultan tan sofisticadas como la High Line misma.
Para mantenerse hidratado y no generar basura.
Empezando por La Newyorkina, la High Line cuenta ahora con varios negocios de paletas.
Detalle de la camiseta fabricada por American Appareal para la High Line.
Camisetas y mascadas con divertidos diseños.
Manuel se entretiene en la tienda.
Diane von Furstenberg, una de las principales impulsoras de este proyecto ha diseñado desde imanes hasta camisetas, bolsos y sombreros inspirada en la High Line.
La oferta de imanes que se pueden conseguir en la High Line.
Este póster me gustó especialmente porque muestra la High Line a la altura del antiguo edificio de Vme (el cuadrado a la izquierda), donde yo trabajaba.
Cristina inspeccionando lo que hay en la tienda.
Y si hace un poco de fresco, no hay problema, pues en la tienda también se pueden encontrar sudaderas.
Los recovecos en donde se intersectan el pasado con lo moderno de la urbe abundan en este paseo.
La High Line está llena de espacios donde uno puede sentarse a admirar el panorama.
La zona cada vez se llena más de modernos edificios.
Como les dije, es sin duda uno de mis lugares favoritos.
¡Y por fin llegamos a La Newyorkina! Cristina se comío una paleta de Pink Lemonade, yo una de mango con chile y Manuel una de fresa con crema.
Las paletas on artesanales y son una versión de altísima calidad de las que se pueden consumir en las ferias y plazas mexicanas.
Sobra decir que Cristina gozó su paleta.
Este es el lindo palito de La Newyorkina.
Desde aquí se puede apreciar cómo pasaba el tren que transportaba los productos por los edificios de la zona.
Este proyecto le devolvió la vida a esta vía elevada del tren que duró años abandonada.
La experiencia de estar en contacto con la urbe y la naturaleza se siente en todo momento.
Detalle de una de las hermosa plantas que se aprecian a lo largo del trayecto.
Y Cristina salió de la High Line en los brazos de Papi.